UNO



      No es nada fácil chupar la pega cuando el frío te corta la cara y las manos te están tiritando sin que puedas evitarlo. Y Noel lo sabe, por eso ha desistido hace unos minutos y le ha dejado el marrón de terminar de liar el cigarro a Jony, que tiene mucha más maña. Se ríe tras su barba de náufrago y sus cejas pobladas mientras Noel lo mira con descaro y hace una mueca de desdén. Llevan un rato fuera del estudio. Necesitaban aire, aunque no tan frío. Noel había tenido un ataque de estrés y cansancio y se había bloqueado hasta rozar la rabia. Sabe que no puede trabajar así, es como si sus cuerdas vocales dijeran “basta”, como si su cerebro se olvidara de todo lo que un día había escrito y siente que se desborda de pesimismo. Ya le dice siempre su madre que deje de ver películas de Woody Allen, pero él piensa: “¿y eso qué tiene que ver?” Bueno, eso con un improperio añadido.


—Toma—le dice Jony tendiéndole su cigarro—. Aunque no creo que sea bueno que un cantante fume durante una grabación…—añade con una sonrisa tonta.

—Tú limítate a no perder una baqueta con tanto ímpetu y a mí déjame en paz…

—¡Eh! Toco la batería como me sale de los cojones—dice el otro fingiendo estar enfadado. Ahora está echando tabaco en otro papel, para él—, con ímpetu o sin ímpetu… sabes que no puedes encontrar a nadie mejor…

—Sí, sí, Ringo Starr… ya sabes que eres el mejor—añade la voz de Noel arrastrando las sílabas, como casi siempre habla. Con ese sonido tan característico de los que pronuncian una “j” antes de la “k” cuando debería ser una “s”. Jony se ríe por la comparación. Ya le gustaría ser un día la mitad de Ringo Starr, conformarse con mover las baquetas tan rápido como Travis Barker, ser la máquina que apunta ya maneras—. ¡Joder! ¡Qué puto frío! ¿Esto es normal?

—Pues no sé, estamos en el norte de Madrid, ¿no? Y es febrero… ¿no?—dice Jony con ironía antes de chupar la pega de su cigarro.

—Ya…

—¡Quién diría que eres un chico del norte!


Noel por fin se ríe. Da una calada a su cigarro y después lo mira con desprecio mientras echa el humo. No fuma a menudo pero, especialmente, el tabaco de liar le enfada. No termina de acostumbrarse a que sean cigarros tan estrechos y tan endebles, aunque en ese momento le apetece mucho. No recuerda cuando se fumó su primer cigarro, quizá fuese cuando empezaron en eso de la música. Cuando cogió la guitarra de su tío y se puso a destrozarle las cuerdas en el parque con un vaso de calimocho, mientras todos sus colegas se animaban alrededor y todas las chicas veían en él algo nuevo y más interesante que hasta entonces. Porque nunca había sido el guapo de la clase, ni el más simpático. Pero aquellos ojos color mostaza despertaron el interés de alguna de sus compañeras. Poco después de aquellos días de verano, convenció a Jorge y a Fabián de embarcarse en un sueño. Amantes de Green day y de Sum-41, no pudieron negarse a su propia banda de garaje. Durante un largo tiempo buscaron un batería. Era lo más difícil de conseguir. No todo el mundo se atreve con eso, y menos tiene talento para ese instrumento. Noel lo intentó, no le salió. A día de hoy toca la guitarra y el bajo, éste último sólo en ocasiones, canta, escribe y compone. Eso hace. Jorge es quién toca la otra guitarra y Fabio, que así le llaman, toca el bajo. Por fin dieron con un batería que tenía su misma ilusión. Bueno o no, daba lo mismo, querían tocar, eso era lo importante. Sólo tenían diecisiete años y ganas de llegar a la cima. El batería era Roberto, que los conoció en una fiesta en casa de una amiga. Roberto y Noel iban a por la misma chica. Ella terminó con otro, así que ellos se quedaron mirándose las caras y comenzaron una larga conversación llena de acordes, de letras, the cavern y de sueños. Fue fichaje instantáneo. 

La primera letra que Noel terminó hablaba de canciones. Hablaba de lo que sentía por la música. Pensó que no era mala. Se sabía genio. Dicen que Lennon también se sabía genio. Esperaba un futuro no tan dramático para él, pero sí un éxito como el suyo. Esperaba tantas cosas…


Tantas cosas que no se dan, o que no se han dado todavía. Rozaron por un momento el cielo con los dedos. Grabaron su primera maqueta, pareció gustarles a un par de productoras. No funcionó. Tocaron en concursos. Noel ardía en su miseria. ¿Quién era el cabrón que no paraba de decirle que sus letras tenían magia? ¡No podía ser verdad porque no llegaban a la gente! Pero él los escuchó. Él les dio la vida que querían. Música. Él era un productor independiente que estaba cansado de cómo funcionaba el negocio. Un gran hombre y un gran nombre que empezaba a producir por su cuenta después de años y años en grandes fábricas de artistas. Apostó por ellos y grabó su primer disco. Tuvieron una promo limitada, pero pueden asegurarse que ya tienen un público, aunque no sea enorme. Fueron teloneros de algún grupo que llena ferias de pueblo, con lo que conlleva. Dejaron las pequeñas salas de la zona norte de Madrid para rodar en furgoneta por España. ¿Qué más podían pedir? ¡Sólo tenían veinte años!


Tres años después, están grabando su segundo disco. Fabio ya terminó su diplomatura de fisioterapia, Fabián sigue haciendo empresariales, Noel continúa en publicidad y relaciones públicas y Roberto lo dejó todo por su carrera de arquitecto. No podía compaginar las horas sin dormir por entregas que le consumían con las de las noches de concierto y les dejó. Hubo un momento de desorientación. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Se ha acabado todo? ¿Ahora?

Ringo… aparecería Ringo, gracias a un conocido de su ya amigo productor. Jony era un chaval con tablas que había pasado tiempo de grupo en grupo pero con un don innato. Los ritmos fluyen por su interior como si fuera normal lo que hace. Hace fácil lo difícil, o eso parece. Los chicos quedaron encantados con él en seguida. Fue facilísimo encajar sus golpes sobre la caja con las melodías de Falta de Costumbre. Porque así se llaman, Falta de Costumbre, porque era todo lo que tenían al principio: inexperiencia, poca paciencia, poco tiempo para ensayar, metas cruzadas…en fin, Falta de Costumbre.


—¡Eh!—dice la voz de Jorge bajo el dintel de la puerta—. ¡Joder, qué rasca!—añade pasándose las manos por los brazos, tapados sólo por un jersey de hilo. Su flequillo rubio se mueve hacia la derecha por el aire que hace y se molesta meneando la cabeza con resignación—. ¿Qué queréis cenar? Habíamos pensado en llamar a algún sitio.

—¡Pizza!—grita Jony emocionado levantando los brazos. Es su comida favorita. 

—Por mi guay—añade Noel sonriendo, mientras mira a Jony que hace aspavientos de alegría exagerada.

—Vale, pues... ¡Vamos a grabar las guitarras mientras llegan!—dice Jorge sonriendo. Sabe que Noel no puede más y que se va a enfadar. Eso le hace mucha risa.

—¡Me cago en la puta!—dice el chico tirando lo que le queda de cigarro al suelo—. ¡Vamos a grabar esas guitarras y a trincharnos una pizza barbacoa, joder!—grita levantando los brazos imitando la alegría de Jony mientras camina hasta la puerta donde Jorge está riéndose.



El percusionista de la barba espesa pone los ojos en blanco y da la última calada a ese cigarro estrecho y endeble antes de tirarlo contra suelo que, al chocar, levanta unas pequeñas chispas naranjas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario