CINCO



    —¡Vamos, vamos!—dice Fabián al otro lado de la cabina donde Noel y Jorge están haciendo las últimas guitarras de la noche.

Jony le sonríe también. Después de la pizza, Noel tenía mucho mejor humor y ha aceptado un cambio más, con el entusiasmo que le caracteriza, sobre todo cuando es un consejo de alguien que sabe más que él. El técnico también está contento de lo que escucha por los grandes auriculares que lleva puestos y asiente mirando a los chicos que están fuera. 

Termina un compás que pone fin a la canción con el vibrar casi eterno de una cuerda de la guitarra de Jorge, que poco a poco él hace que se atenúe hasta que lo único que se escucha es un silencio absoluto. Tras unos segundos, se alzan pulgares a un lado y al otro de la cabina y una sonrisa aparece en las caras de los chicos que comienzan a vocear y aplaudir por el trabajo bien realizado. ¡Qué éxtasis! 

Noel sale de la cabina y se saca la guitarra para dejarla en un soporte donde hay un montón de ellas. Jorge, sin embargo, sale con la guitarra ya en la mano agarrada por el mástil. Los dos levantan los brazos victoriosos mientras los demás siguen aplaudiendo.

—¡Joder!—dice Noel—. ¡Cómo me gusta este trabajo!

—¡Sí!—dice Fabián también con ímpetu—. ¡Vamos a oírlo!

Mientras se preparan, Noel ha ido a por su teléfono móvil. Son poco más de las doce y no lo ha mirado desde hace horas porque lo tiene apagado. Cuando lo enciende tiene mensajes en el whatsapp. Son de Patricia, su chica, novia, o cómo sea que se llame a lo que tienen.

          Vamos a La Notte, por lo visto hay un concierto.

          ¿Te vienes? Estaremos con estos.

          ¿Cómo va la grabación?

          ¿Has cenado ya? Es por si te veo antes.

          Debes de seguir grabando… 

          Salimos. Hemos quedado a las 23:30 en la notte

          El conci empieza a las 00:00. Son amigos de estos.

          Llámame con lo que sea!!

—Oye—dice a los demás—. Voy a llamar…

Sale de la habitación y se aleja por el pasillo hacia la calle. Cuando abre la puerta para salir se acuerda del frío que hace y de no haber cogido el abrigo. Chista con la lengua por el descuido, pero ya no va a volver a por él otra vez. Más le vale sacar el chico de la sierra que tiene dentro y aguantar como un valiente.

Busca en el registro las llamadas recientes y Patricia está en cuarto lugar. Marca y espera llevándose el teléfono a la oreja. Un bip, dos, tres, cuatro… Va a colgar cuando por fin se escucha algo al otro lado. Un montón de ruido que hace que Noel se aleje el teléfono, incómodo.

—¡Espera!—grita alguien. El sonido se mezcla con un montón de ruido. Una música atronadora termina y se oye un montón de gente gritando y aplaudiendo—. ¡Espera que salgo!—dice Patricia al otro lado de la línea. El ruido se va atenuando hasta que se oye muy bajito—. ¡Joder, qué frío!

Noel estaba pensando exactamente lo mismo en ese momento.

—Acabo de encender el teléfono, nena.

Nena. Si hay algo que a Patricia le gusta de Noel es que le diga eso. Sonríe instantáneamente. 

—¿Vienes?

—Acabamos de acabar—dice mirando su reloj—. Tardaría por lo menos una hora en llegar…—dice cansado. Le daría la una como mínimo, entre que escucha, sale, deja a estos en San Agustín y baja a Madrid.

—¡Es viernes!—dice la chica—. ¿Mañana seguís?

—No, mañana no. Marc tiene planes para el fin de semana y nos ha citado para el lunes.

—¡No tienes excusa, Noel!—dice la chica al otro lado.

—Bueno, aún tenemos que escuchar cómo queda y eso… y puede que se me haga tarde. No sé qué haré…—dice. Realmente está cansado. Parece que no pero lo que hacen cansa—. Te aviso cuando salgamos y te digo fijo, ¿vale?

Ella, a kilómetros del estudio, no está tan segura de lo que le dice el chico y cambia su expresión. Siempre le da largas. 

—Vale…—dice—. Pero no me voy a ir tarde. Así que si sales después de las dos ni me llames, ¿vale?—añade la última palabra con ironía.

—¡Venga, Patri!—dice Noel. Su tono sigue cansado—. Te llamo luego.

—Te estás perdiendo un conciertazo… que lo sepas.

Él se ríe pero ella no pretendía hacerle gracia sino fastidiarle. Por parte de ella, cree que está todo hablado, así que cuelga.

—Venga, te llamo luego, nena…—dice Noel, sabiendo que eso le gustará—. ¿Nena?



Se despega el auricular y ve que, efectivamente, su “nena” no está al otro lado. La pantalla de su Samsung Galaxy S3 le regala una foto de su hermano y él en la torre de Londres cuando fueron el pasado verano de vacaciones.


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